El trayecto hasta allí discurre por carreteras sinuosas de bonitas vistas de bosques de pino negro, huertos y bancales de encinas mientras el horizonte dibuja diferentes cadenas montañosas. Hacemos varios altos para estirar las patitas, tomar fotos y saludar a un par de simpáticos caballos.
Llegar al punto de partida de nuestra siguiente ruta ya es espectacular. De repente te observas rodeada de la grandeza de la montaña, sintiéndote pequeña y grande a la vez, unida a todo cuanto te rodea de una manera difícil de explicar pues simplemente: la sientes o no...
Cora disfrutó del paseo pues en nuestro recorrido apenas nos cruzamos con gente.
Descubrimos algunos grabados en una de las antiguas ermitas-refugios que se encontraba en nuestro camino.
Ya en el Mirador las vistas son sobrecogedoras. Nos quedamos horas en completo silencio para poder disfrutar del vuelo de los Quebrantahuesos los cuales no nos defraudaron y nos brindaron todo un espectáculo a escasos metros (Vídeo muy pronto)
Ya en la zona de aparcamiento, decidimos nuestro siguiente destino: La Foz de Lumbier al que llegaremos no sin antes visitar el Cañón de Añisclo y recomponernos con una merecida comida/merienda con vistas espectaculares incluidas.
Al camping de Foz de Lumbier llegamos por los pelos y con mucha prisa pues cerraban a las 22h pero nos hicieron el favor de esperar los tres minutos de diferencia que nos marcaba el GPS.
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